G.I. Gurdjieff; "el maestro de danzas"

1) EL LEGADO DEL SR. GURDJIEFF. NUESTRA RESPONSABILIDAD.                  (de la Introducción de "La Realidad del Ser", por Jeanne DeSalzmann).

Yo tenía treinta años y vivía en la región montañosa del Cáucaso, entonces parte del sur de Rusia, cuando conocí a George Ivánovich Gurdjieff. En esa época trataba de comprender el sentido de la vida, pero no estaba satisfecha con las explicaciones que me parecían teóricas y realmente poco útiles. Mi primera impresión de Gurdjieff fue muy fuerte, inolvidable. Tenía una expresión que no había visto nunca; una inteligencia y una fuerza que otros no tenían. No la inteligencia corriente de la mente intelectual, sino una visión capaz de verlo todo. Al mismo tiempo era bondadoso y muy, muy exigente. Uno sentía que él te veía y te mostraba lo que tú eras, de tal manera que no lo olvidarías nunca más en tu vida.    Era realmente imposible conocer a Gurdjieff, porque la impresión que él daba no era nunca la misma. Frente a quienes no lo conocían, representaba el papel de un maestro espiritual; hacía lo que esperaban de él y luego los dejaba ir. Pero si veía que algunos buscaban algo más, podía invitarlos a cenar y hablar de temas muy interesantes, divertirlos y hacerlos reír. Ese comportamiento parecía más espontáneo y más libre. Pero, ¿era realmente más libre o sólo lo parecía porque él se proponía aparecer así?  Uno hubiera podido pensar que conocía muy bien a Gurdjieff, pero luego él se comportaba de manera diferente y uno se daba cuenta de que realmente no lo conocía. Era como una fuerza irresistible que no dependía de forma alguna y, sin embargo, continuamente hacía surgir múltiples formas.

Gurdjieff nos aportó un conocimiento de la conciencia, una ciencia que nos muestra de qué estamos hechos, nuestra capacidad y lo que necesita ser desarrollado. Es una verdadera comprensión de las energías en nosotros, de su relación en nosotros mismos y con todo lo que nos rodea. Gurdjieff ha venido a mostrar un camino espiritual, a traer una enseñanza de la conciencia.                                                                                         

 ¿Qué es un "camino"? ¿Qué es la "enseñanza de un camino"? El conocimiento esotérico es la ciencia de las relaciones del hombre con Dios y con el universo. Este conocimiento necesita de un compromiso con los otros, eso que se conoce como las "escuelas", puesto que sólo en esas condiciones de trabajo juntos puede producirse cierta clase de energía. Las escuelas se diferencian entre sí por su saber y por su tipo de práctica, pero tienen una sola meta común: ver la realidad. El conocimiento se transmite de manera teórica y a través de la experiencia vivida, es decir, a través de la vivencia del drama de seguir un camino que se reconoce como el mejor. Se crea así un vínculo sin el cual sería imposible vivir al mismo tiempo en dos mundos de niveles diferentes.

La enseñanza de Gurdjieff habla al hombre contemporáneo; es decir, a aquel que ya no sabe reconocer la verdad a través de las diversas formas bajo las cuales ella le es revelada desde los tiempos más remotos, aquél profundamente insatisfecho, que se siente aislado y carente de sentido. Pero, ¿cómo despertar en él una inteligencia capaz de distinguir lo real de lo ilusorio? Según Gurdjieff, uno sólo puede aproximarse a la verdad si las partes que lo constituyen como ser humano -la mente, el sentimiento, el cuerpo- son tocadas con la misma fuerza y de la forma particular que conviene a cada una de ellas. De otra manera, el desarrollo seguirá siendo unilateral y, tarde o temprano, deberá detenerse. Sin una comprensión efectiva de ese principio, todo trabajo sobre sí está condenado a desviarse de la meta. Las condiciones esenciales serán interpretadas erróneamente y se producirá una repetición mecánica de formas de esfuerzo que nunca llegarán más allá del nivel ordinario.

Gurdjieff sabía servirse de cada circunstancia de la vida para hacer sentir la verdad. Lo vi trabajar, atento a las posibilidades de comprensión de sus diferentes grupos, así como a las dificultades subjetivas de cada uno de sus alumnos. Lo vi acentuar deliberadamente un aspecto del conocimiento, después otro, según un plan bien determinado. En ocasiones, trabajaba a través de un pensamiento que estimulaba la inteligencia hasta abrirla a una visión completamente nueva; en otras, a través de un sentimiento que exigía el abandono de todo artificio en pro de una sinceridad inmediata y total; y en otras, a través del despertar y la puesta en movimiento de un cuerpo que respondía libremente a aquello a lo que le era pedido servir. Era un camino que no aislaba a sus alumnos de la vida, sino que los comprometía en ella; un camino que tenía en cuenta el sí y el no de todas las oposiciones, de las fuerzas contrarias; un camino que les hacia comprender la necesidad de luchar para mantenerse por encima de la batalla, mientras al mismo tiempo estaban participando en ella. Uno se encontraba frente a un "umbral" que debía atravesar y por primera vez se sentía la exigencia de una sinceridad total.

Atravesar ese "umbral" podía parecer difícil, pero aquello que se dejaba atrás ya no tenía el mismo atractivo. Ante ciertas dudas, la imagen que Gurdjieff proyectaba de sí mismo permitía medir lo que era necesario comprometer y lo que debía abandonarse para no desviarse del camino. Entonces, no se trataba ya de la enseñanza de una doctrina, sino de la acción encarnada de un conocimiento, la acción de un maestro. En la Presencia de Gurdjieff, a causa de esa "Presencia", uno conocía la verdad y era capaz de sacrificar todo por ella. Era un milagro: un fenómeno que la intervención de una fuerza más allá de aquellas que conocemos. Lo que Gurdjieff nos ha aportado es la posibilidad de aproximamos a un nivel superior de ser. A través de sus palabras, a través de las relaciones que él había establecido con nosotros, a través de su Presencia misma, nos hacía sentir las cualidades humanas que despertaban en nosotros el deseo de ir en la misma dirección. Nos atraía hacia sí, hacia otro nivel.

Al mismo tiempo, Gurdjieff nos hacía sufrir terriblemente al hacernos ver nuestro estado real. La mayor parte de los malentendidos y desacuerdos sobre los métodos y la conducta de Gurdjieff provienen del hecho de que él trabajaba a la vez, simultáneamente, sobre nuestras dos naturalezas. Por una parte, trabajaba sobre nuestra esencia, escuchaba nuestra necesidad interior con una paciencia infatigable y una bondad que dolía porque nos hacía sentir siempre indignos. Se interesaba por nuestras dificultades. Ofrecía los medios prácticos para dar el siguiente paso. Indicaba, con una increíble exactitud, el preciso acto interior que cada uno debía realizar en un momento dado para liberarse y superar su automatismo. Aquí nunca había de su parte ninguna actuación, ninguna presión. Era verdaderamente un don de Lo Alto que dejaba la impresión de amor y de compasión por la condición humana. Él nos hacía sentir nuestras posibilidades y, con los medios que ofrecía, aportaba la esperanza de verlos crecer. Por otra parte, Gurdjieff trabajaba sobre nuestras funciones de una manera implacable: a través de una presión continua, de exigencias siempre mayores, de las situaciones horribles en las cuales nos ponía, de choques de todo tipo. No solamente no nos atraía ya y nos empujaba a límites extremos, sino que nos forzaba a resistirlo, a reaccionar contra él. Y hacía esto, ¡sin piedad! Con su sola Presencia nos obligaba a tomar una decisión, a saber qué era lo que verdaderamente queríamos. Y uno podía siempre rechazarlo y marcharse.

Ésta fue la grandeza de Gurdjieff. El primer camino, el trabajo sobre nuestra esencia, estaba fuera de la vida, completamente concentrado sobre una acción interior. El segundo, el trabajo sobre nuestras funciones, estaba en la vida y por la vida misma. Gurdjieff con una mano nos llamaba y con la otra nos golpeaba, al mostrarnos nuestra esclavitud respecto de nuestras funciones. Muy pocas personas tienen la oportunidad de recibir todo el material y de experimentar ambos lados. Sin embargo, sin eso es imposible comprender los métodos y el comportamiento de Gurdjieff. Sin Gurdjieff, sin el maestro, no tendremos la posibilidad de trabajar en esas condiciones especiales.          

Sin embargo, su enseñanza permanece: "crecer interiormente". Si nuestra meta es seguir su camino, debemos comprender esa enseñanza y someternos a sus principios. Y eso no podemos hacerlo solos. Solos no podemos llegar a nada.

"Nuestro camino es vivir estas ideas para poder comprenderlas y también transmitirlas a un número de personas determinado por nuestra capacidad de vivirlas con ellos. Sembrar las ideas sin vivirlas es sembrar ideas vacías".

Gurdjieff no sólo nos dejó unas palabras para ser pronunciadas y unas ideas para ser transmitidas a través de ellas, sino una forma de vida para ser vivida, un cierto drama para ser representado con otros a nuestro alrededor, sin lo cual, el Trabajo permanecerá como algo imaginario. Tenemos entonces una responsabilidad. Gurdjieff nos aportó las ideas que son parte de una ciencia que necesitamos conocer bien. Pero la idea sola no es suficiente. Si no la vivo con todas mis partes, permaneceré como soy: pasivo y completamente a merced de las fuerzas que me rodean. En una escala cósmica, el hombre representa un papel importante sobre la Tierra. Sin él, algunas fuerzas no pueden actuar ni mantener un equilibrio. Pero nosotros no vemos esto, no lo sabemos y, en consecuencia, no producimos la fuerza que podría crear una relación con otras energías cósmicas en nosotros mismos.            Lo que es necesario, en nosotros y a nuestro alrededor, es crear un cierto nivel de energía, una atención que resista a las influencias del entorno y no se deje deteriorar. Ella debe recibir entonces una fuerza más activa que le permita no sólo resistir, sino tener una acción y encontrar un lugar estable entre las dos corrientes de diferente nivel. Esa posibilidad de equilibrio es el desafío constante, es el "intervalo" que a cada momento tiene que enfrentarse en el trabajo hacia la conciencia. Es para eso que estamos aquí.

2) EL LEGADO DEL SR. GURDJIEFF. EL TRABAJO SOBRE SÍ.                               (Introducción a "Perspectivas desde el mundo real". Segunda Serie de        escritos de G.I. Gurdjieff, 1ª Edición en Inglés. Por Jeanne De Salzmann).


Hoy, cuando la enseñanza de Gurdjieff es estudiada y puesta en práctica por grupos de investigación bastante grandes en América, Europa y aun en Asia, parecería deseable arrojar cierta luz sobre una característica fundamental de su enseñanza, es decir, que mientras la verdad que se buscaba era siempre la misma, las formas a través de las cuales él ayudaba a sus alumnos a acercarse a ella sólo servían por un tiempo limitado. Tan pronto como se alcanzaba una nueva comprensión, se cambiaba la forma.    Lecturas, conversaciones, discusiones y estudios que habían sido el rasgo principal de trabajo durante un período y que habían estimulado la inteligencia hasta el punto de abrirla a una manera completamente nueva de ver, se interrumpían repentinamente por una u otra razón. Esto ponía al alumno en un aprieto. Lo que su intelecto había llegado a ser capaz de concebir, ahora debía ser experimentado con el sentimiento.

Se suscitaban condiciones insólitas con el fin de trastornar los hábitos. La única posibilidad de enfrentarse a la nueva situación era a través de un profundo examen de sí mismo, con esa total sinceridad que es lo único que puede cambiar la calidad del sentimiento humano. Luego se requería que el cuerpo, a su vez, reuniera toda la energía de su atención para ponerse en sintonía con un orden al cual estaba destinado a servir. Después, la experiencia podía seguir su curso en otro nivel. Como Gurdjieff mismo solía decir: "Todas las partes que constituyen el ser humano deben ser informadas en la única manera que es apropiada para cada una de ellas; de otro modo el desarrollo será desequilibrado y no podrá seguir adelante..."

Las ideas son un llamado perentorio, un llamado hacia otro mundo, un llamado de alguien que sabe y que puede mostrarnos el camino. Pero la transformación del ser humano requiere algo más. Sólo puede llevarse a cabo si hay un verdadero encuentro entre la fuerza consciente que desciende, y la total entrega que le responde. Esto da por resultado una "fusión". Entonces puede aparecer una nueva vida en un nuevo conjunto de condiciones que sólo las puede crear y desarrollar quien tenga una "conciencia objetiva". Mas para comprender todo esto, uno mismo debe haber pasado por todas las etapas de este desarrollo. Sin tal experiencia y comprensión, el trabajo perderá su efectividad y las condiciones serán interpretadas erróneamente; no serán dadas en el momento adecuado y uno verá situaciones y esfuerzos que permanecen en el nivel de la vida ordinaria y que se repiten inútilmente.

3) EL LEGADO DEL SR. GURDJIEFF.                                                                        LA ACCIÓN ENCARNADA DE UNA ENSEÑANZA.                                              (Prefacio a "La Vida es Real sólo cuando Yo Soy". de la Tercera Serie de los escritos de G.I. Gurdjieff, por Jeanne De Salzmann).


"Mi último libro, por medio del cual quiero compartir con mis semejantes, criaturas de Nuestro Padre Común, casi todos los secretos del mundo interior del hombre que han permanecido hasta entonces ignorados y de los que he tomado conocimiento accidentalmente..."

Gurdjieff escribe estas líneas el 6 de noviembre de 1934 y se entrega de inmediato al trabajo de terminar de entregar su enseñanza. Durante varios meses se dedica enteramente a la elaboración de esta obra. De pronto, el 2 de abril de 1935, cesa definitivamente de escribir.      ¿Por qué, se preguntarán, abandona de esta manera su proyecto, para no volver a él jamás? ¿Por qué deja inconclusa esta Tercera Serie y, según parece, renuncia a publicarla?... 

No es posible contestar a estas preguntas si uno mismo no ha estado comprometido en el trabajo intenso que emprendió Gurdjieff con cierto número de alumnos durante los últimos quince años de su vida, aportándoles diariamente las condiciones necesarias para un estudio directo y una efectiva puesta en práctica de sus ideas. Además Gurdjieff, dejó entender claramente, en la última página de los "Relatos de Belcebú a su nieto", que no permitirá acceso a la Tercera Serie sino sólo a los que fuesen seleccionados como "capaces de comprender las verdades objetivas" que en ella él pone en evidencia.

Gurdjieff se dirige al hombre de hoy, al que ya no sabe reconocer la verdad a través de las diversas formas bajo las cuales les fue revelada desde los tiempos más remotos; a este hombre profundamente insatisfecho, que se siente aislado, sin razón de ser. Pero, ¿cómo despertar en él una inteligencia capaz de discernir lo real de lo ilusorio?...      Según Gurdjieff, uno sólo puede acercarse a la verdad si todas las partes que constituyen al ser humano -el pensamiento, el sentimiento, el cuerpo- son tocadas con la misma fuerza y de la única manera que conviene a cada una de ellas; sin lo cual el desarrollo seguirá siendo unilateral y tarde o temprano tendrá que detenerse. Sin la comprensión efectiva de este principio, todo trabajo sobre sí estará condenado a la desviación. Se interpretarán falsamente las condiciones esenciales y uno verá repetirse mecánicamente formas de esfuerzo que no sobrepasarán el nivel ordinario.          

Gurdjieff sabía servirse de cada circunstancia de la vida para hacer sentir la verdad. Y lo he visto en acción, atento tanto a las posibilidades de comprensión de sus diferentes grupos como a las dificultades subjetivas de cada uno. Lo he visto poner deliberadamente el acento sobre un aspecto del conocimiento, luego sobre otro, según un plan bien determinado; unas veces actuando mediante un pensamiento que estimulaba la inteligencia hasta abrirla a una visión enteramente nueva, otras veces por medio de un sentimiento que exigía el abandono de todo artificio en beneficio de una sinceridad inmediata y total, y otras, a través del despertar y la puesta en movimiento de un cuerpo que respondía libremente a lo que le era demandado servir.

Por lo tanto, ¿cuál era su intención al escribir la Tercera Serie de sus escritos? El papel que él le asignaba era indisociable de su manera de enseñar. En el preciso momento en que lo consideraba necesario, hacía leer en voz alta, en su presencia, tal capítulo o tal pasaje, aportando a sus alumnos sugerencias o representaciones que de repente los ponían frente a sí mismos y a sus contradicciones interiores. Era un camino que no los aislaba de la vida, sino que pasaba a través de la vida, un camino que tomaba en cuenta el "sí" y el "no", todas las oposiciones, todas las fuerzas contrarias, un camino que los hacía comprender la necesidad de luchar para mantenerse por encima de la batalla sin dejar de participar en ella. Uno se encontraba ante el "umbral" por franquear, y por primera vez se sentía la exigencia de una total sinceridad. El paso podía parecer duro, pero lo que uno dejaba ya no tenía más el mismo atractivo.                                              

Ante ciertas vacilaciones, la imagen que Gurdjieff daba de sí mismo hacía medir lo que era necesario comprometer, y a qué era necesario renunciar para no desviarse del camino... "Ya no era entonces la enseñanza de una doctrina, sino la acción encarnada de un conocimiento".                                                                                            La Tercera Serie de sus escritos, aunque incompleta e inconclusa, revela la acción del maestro, de aquel que, debido a su sola presencia, lo obliga a uno a decidirse, a saber lo que uno quiere. 

Antes de morir, Gurdjieff me llamó para decirme cómo veía la situación en su totalidad y me dio ciertas instrucciones, me dijo:                                                                "Publique a medida que usted esté segura de que ha llegado el momento... Publique la Primera y la Segunda Serie. Pero lo esencial, ante todo, es preparar un núcleo de gente capaz de responder a la demanda que aparecerá. En tanto que no haya un núcleo responsable, la acción de las ideas no sobrepasará un cierto umbral. Esto tomará tiempo... aún mucho tiempo. No es necesario publicar la Tercera Serie. Estaba destinada a otros fines... Sin embargo, si un día usted cree tener que hacerlo, publíquela..."

La tarea era evidente. Desde que se publicara la Primera Serie, era necesario trabajar sin tregua para formar un "núcleo" capaz de hacer vivir, por su nivel de objetividad, de devoción y de exigencia hacia sí mismo la "corriente" que había sido creada.



"Gurdjieff trajo sus enseñanzas e hizo de ellas una forma de vida práctica, adaptada al mundo moderno, no sólo útil al individuo, sino a toda la humanidad..."                          "Gurdjieff no dejó tras sí ningún conato de organización, ni una doctrina fija, ni designó un sucesor. Dejó un pequeño grupo de alumnos que, con cariño y dedicación, se propusieron realizar el Trabajo de la misma forma que se había hecho con ellos, transfiriéndolo a los que estaban preparados para aceptarlo, sin modificarlo ni añadirle nada de otras fuentes."                                                                                                                                                          (J.G. Bennett).

4) LA SEÑAL QUE NOS HA DEJADO EL SR. GURDJIEFF.
(Extracto de "Gurdjieff-Haciendo un mundo nuevo" de J.G. Bennett, con una alusión a un escrito de P.D. Ouspensky).


La Antigua Sabiduría está buscando verdes bosques y nuevos pastos en el Oeste. Una de las razones de que Gurdjieff y su vida tengan tanto atractivo para los jóvenes de hoy es la sensación de que ha abierto un canal para que fluyan por él de nuevo las "aguas de la vida". Algunos fundadores de pomposas organizaciones de conocimiento, han asegurado haber conocido a los "Maestros de la Sabiduría", pero Gurdjieff trajo sus enseñanzas e hizo de ellas una forma de vida práctica, adaptada al mundo moderno, no sólo útil al individuo, sino a toda la humanidad. Aparentemente, pero solo así, la vida de Gurdjieff parece haber sido un fracaso si la medimos con las esperanzas y aspiraciones que la mayoría le han atribuido. Su Instituto se hundió; dejó tras él muy pocos discípulos notables, y ninguna "organización". Sus libros se han leído más como una curiosidad que como un presagio de un nuevo mundo.

Gurdjieff tomó deliberadamente todas las medidas posibles para evitar que lo convirtiesen en objeto de devoción. A la poderosísima influencia que ejercía en todos los que lo conocían, la llamó "Zvarnoharno", que es lo mismo que el mítico "hvareno-Avestán", que es un noble atributo de un ser superior como un "aura de majestad", que como por ejemplo la leyenda cuenta que Zoroastro poseía. Detractores de Gurdjieff de todas las épocas han utilizado como punto de partida de todas sus criticas e incomprensiones, aquella "actitud cínica" que evidentemente Gurdjieff poseía y utilizaba a su antojo, pero siempre con una intención determinada. Esta falta de comprensión y muchas otras limitaciones de algunos, se han convertido durante mucho tiempo, en la justificación de todo tipo de ataques desmesurados, de historias e intenciones inventadas y a veces ridículas, y con una falta de apreciación más profunda de lo que realmente significan, y que siempre han pretendido desnortar todas sus acciones. Y en el caso de esta así llamada "actitud cínica" de la cual tanto se le acusa, esta era sino uno de los medios que Gurdjieff empleaba para tratar de desviar esa veneración desproporcionada que se tributa a cualquier "héroe".

Gurdjieff siguió una trayectoria específica hasta que en 1935, abandonó sus deseos de consolidar su Instituto, para dedicarse sobre todo y hasta el final de su vida, a la preparación individual de personas que interpretasen sus ideas. En principio, buscó escritores, a los que entrenó de forma especial. Entre estos había algunos que no llegaron nunca a ser famosos, como Kathryn Hulme y René Daumal, pero que escribieron excelentes libros. Tenía buenos alumnos en América, pero evitó que se formase ninguna organización. A todo el que tenía capacidad para la iniciación de un grupo, lo animaba para que lo formase. Si encargaba que se hiciese algo, normalmente se lo encomendaba a dos, tres o más, por separado, con lo que creaba confusión y envidia. Otra precaución más que tomaba Gurdjieff era exponer sus ideas de muchas formas, siempre sin concretar y muchas veces "despistando". Nadie podía considerarse con derecho a decir: "Esta es la enseñanza que hemos recibido de Gurdjieff. Está completa y es satisfactoria e inmutable. Esto es lo que tenemos que transmitir..." Aún así, por desgracia, algunos de sus seguidores dijeron eso precisamente.

Gurdjieff no dejó tras sí ningún conato de organización, ni una doctrina fija, ni designó un sucesor. Dejó un pequeño grupo de alumnos que, con cariño y dedicación, se propusieron realizar el trabajo de la misma forma que se había hecho con ellos, transfiriéndolo a los que estaban preparados para aceptarlo, sin modificarlo ni añadirle nada de otras fuentes. Yo he seguido una línea que difiere algo... He considerado siempre a Gurdjieff como mi maestro y, pocos días antes de su muerte, prometí esforzarme, hasta donde fuese posible, para que sus ideas fuesen entendidas y aceptadas. Me di cuenta de que, para esto, tenía que trabajar y hacer algo por mí mismo. Creo que ahora lo estoy haciendo y he aceptado el desafío de llevar mi propio pensamiento a quienes pueda interesar. El día sábado antes de su muerte, estuve dos horas charlando solo con Gurdjieff, sentados en su café habitual de la "Avenue des Ternes", en París. En un momento de la conversación le dije que nunca podría recompensarlo por todo lo que había hecho por mí y mi esposa. El guardó silencio y, mirándome fijamente a los ojos me dijo: "Sólo tú... Sólo tú puedes recompensarme por todos mis trabajos..." Ni lo tomé entonces, ni lo tomo ahora, como una insinuación para que fuese su sucesor; por lo menos no se me ocurrió este pensamiento. Pero tenía bien claro que me estaba imponiendo una inmensa obligación.

Han pasado casi treinta años desde que vi a Gurdjieff por primera vez en Constantinopla, en 1920. Toda mi vida ha cambiado bajo el influjo de sus ideas y su enseñanza. Vengo trabajando con grupos desde 1932, primero bajo la dirección de Ouspensky y después dirigiendo mi propio grupo. Sabía que estaba "obligado a pagar", transmitiendo lo que había recibido, pero nunca pensé que esto significase que tenía que repetir como un loro lo que se me había enseñado. Hacía muchos años que la señora Ouspensky me había dicho: "¿Por qué imita usted al señor Ouspensky...? Usted no puede hacer su trabajo igual que él. Usted debe hacer su propio trabajo, a su manera...". No eché en saco roto este sabio consejo. No podemos realizar nuestro propio destino imitando a los demás, por muy aventajados que estén. El mismo Ouspensky sabía muy bien de todo esto...

Tengo ante mí algunas páginas de la primera versión de "Fragmentos de una Enseñanza desconocida", que después Ouspensky publicó como "En busca de lo Milagroso". Están corregidas por su propia mano, pero no se incluyeron estas páginas en la versión final. No hay duda de que estas líneas representan la forma de pensar de Ouspensky en el momento en que se escribió el borrador, aproximadamente en 1923. Agradeciendo a la nieta de la señora Ouspensky su permiso para incluirlos aquí, voy ahora citar de ellas unos párrafos, que pueden aclarar mucho la relación entre Ouspensky y su maestro, este es su contexto: 

"La explicación de Gurdjieff era tan distinta de todo lo que nosotros consideramos una buena exposición, que me mueven a decir algo sobre ella. Él nunca daba nada de una forma completa... Daba únicamente los indicios de las ideas, dejándolas ahí para que sus alumnos trabajasen con ellas. Nunca se esmeró con la terminología ni con la nomenclatura, sino que cogía las palabras que se le ocurrían y las usaba a su capricho. A veces, de esta forma, hacía definiciones de extraordinaria exactitud, pero era tal el cúmulo de ejemplos, que había que reconocer muy bien el tema para entender de qué iba la cosa. PERO ÉL INSISTÍA EN LA NECESIDAD DE COMPRENDER UNA IDEA DE FORMA GLOBAL, ANTES DE PASAR A SUS DETALLES... 'Usted no sabe hablar' solía decir a hombres que estaban considerados como buenos oradores, dentro de los gustos europeos. Hay que hablar sin determinar... No hace falta detallar, basta con indicar el centro de gravedad."                                                          "Pero la idea principal sobre sus métodos es que, dando a sus oyentes y a sus alumnos sólo el principio de las ideas, parecía que se quedaba esperando después para ver qué hacían con ellas. Si alguno podía hacer algo con lo que se le había dado, siempre podía contar con que se le daría más, mientras que los que se conformaban con recordar lo que hubieran oído e intentaban guardarlo y, sobre todo, no enseñarlo a los demás, con el tiempo, inevitablemente, lo perdían todo... Todo esto me recordaba la Parábola de los Talentos. Gurdjieff indefectiblemente actuaba como un hombre, que salió de viaje a un país lejano. Llamó a sus siervos y repartió entre ellos los bienes. A uno de dio cinco talentos; a otro, dos y a otro uno. Dio a cada uno según su capacidad y salió de viaje. Entonces el que recibió cinco talentos comerció con ellos y ganó otros cinco más. De igual forma, el que había recibido dos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor."                                                

"Pasaba exactamente igual con Gurdjieff. Unos recibían más y otros menos, según su capacidad y su entrenamiento. LO IMPORTANTE ERA LO QUE CADA UNO HACÍA CON ELLO. Si trataba de analizar las ideas, buscar correlaciones nuevas, descubrir el significado de sus esquemas en la vida y transmitir sus ideas a otros, su pensamiento crecía y, al cabo de algún tiempo, él mismo se maravillaba de la riqueza acumulada en las dos o tres máximas que Gurdjieff había dejado caer como por casualidad... Pero, si no veía la necesidad de elaborar estas ideas, si confiaba a su memoria literalmente lo que había oído y pensaba que esto era todo lo que se podía decir sobre el tema o, por el contrario, pensaba que no se le había dicho todo y que debía esperar para descubrir algún 'secreto' que faltaba todavía, éste no sólo no encontraba nada, sino que poco a poco, la idea que había recibido en su forma original empezaba a disiparse de su mente y muy pronto la había perdido completamente. Pero lo que le ha pasado a éste puede ser útil a los más aventajados, que han tratado de sacar provecho a su idea... PORQUE AL QUE TIENE SE LE DARÁ Y TENDRÁ MÁS TODAVÍA; PERO AL QUE NO TIENE, SE LE QUITARÁ INCLUSO LO POCO QUE TIENE..."                      

"Viendo esto y muchas cosas más, llegué a la conclusión definitiva de que las ideas de Gurdjieff son ideas vivas que crecen y se multiplican si se atienden debidamente, es decir, si están en el ambiente apropiado. Nunca permanecen en su forma original: o crecen o desaparecen... El hombre que ha recibido y aceptado sus principios debidamente empieza a sentir la 'influencia' del interesantísimo proceso, del desarrollo y la combinación de estas ideas." 

Así es como terminaba la versión original del prólogo de Ouspensky para "Fragmentos de una Enseñanza Desconocida". Cuando Ouspensky rompió con Gurdjieff en 1924, opinaba que el "sistema" se separaría por sí mismo de Gurdjieff, aunque daba gran importancia a conservarlo, hasta donde fuese posible, con las mismas directrices con que Gurdjieff lo había dirigido desde 1915 hasta 1918. Sin embargo, y esto es muy curioso en relación a lo que les he citado, Ouspensky recibía copias de los multicopistas de los "Relatos de Belcebú", pero nunca nos habló a nosotros de ellas. Por el contrario, nos decía que teníamos que tomar las ideas tal como se nos daban, sin poner ni quitar nada. Este método siguió siendo el programa seguido por los grupos más próximos a Gurdjieff.

No puedo considerar a lo que me acabo de referir como un "fallo", porque tenía la gran ventaja de asegurar que lo que había dejado Gurdjieff estaría siempre a nuestra disposición, sin tropezar con la dificultad de separar lo que proceda de otras fuentes. Creo que solamente podremos comprender las ideas en sí, si logramos una conexión entre Gurdjieff y sus "fuentes", que yo llamo los "Maestros de la Sabiduría". Su trascendencia para el mundo depende, en gran parte, de que participen en una gran acción concertada, que estoy seguro de que empieza a inducir a la humanidad a una nueva forma de pensar en el hombre, en el Universo y en Dios. Esto era una misión que Gurdjieff se propuso a sí mismo y espero demostrar que dio un gran paso hacia su cumplimiento.

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